jueves, 14 de abril de 2016

Sensaciones


Publicado en La Voz de Galicia (Edición Ourense)el 5 de Abril de 2016 



Está claro que la economía parece tener vida propia y que no necesita de políticos ni de políticas económicas. Hay veces que cuanto más descontroladas están las cosas mejor funcionan o mejor dicho, cuanto menos intervencionismos de las clases política mejor nos va.

Realmente, tengo la sensación de que situaciones, de estrepitoso ridículo internacional, como la que estamos viviendo en España, con la situación actual de desgobierno o gobierno en funciones, es mucho mejor que una situación de mayoría absolutas, control e intervencionismo, tanto venga por la izquierda o por la derecha. La situación actual debe servirnos para darnos cuenta de que la economía no son solo datos  macroeconómicos y tipos de interés. La economía es la vida real y diaria de cientos de personas, por tanto es, sobre todo, cuestión de sensaciones y de búsqueda de seguridad por parte de la personas. Un mensaje positivo de crecimiento, creación de empleo público hace que empresarios, grandes y pequeños, vean una inercia positiva y que decidan apostar por creer y crecer, no es necesario decir que todos preferimos ser felices que vivir deprimidos.


La reducción de la tasa de paro y, sobre todo, el incremento del número de afiliaciones a la seguridad social en los últimos periodos, son la más clara indicación de que en algunas ocasiones es necesario que medios de comunicación y partidos políticos estén entretenidos en otros temas, quizás más importantes para ellos pues es su futuro. Pero nosotros los ciudadanos de a pie, utilizamos el boca a boca de nuestras realidad diaria, y ciertamente la realidad parece indicar que estamos animados a salir y gastar, siendo este el mejor indicador de crecimiento. No debemos olvidar que para que exista crecimiento, tanto económico como de empleo, es absolutamente necesario que exista consumo interior y para poder consumir es imprescindible que nos lo creamos, y que no nos estén bombardeando con un exceso de realidad económica negativa.