Publicado en La Voz de Galicia (Edición Ourense)el 15 de Noviembre de 2015 (Enlace La Voz de Galicia )
Si nuestra sociedad tuviera memoria histórica ahora
mismo estaría viviendo un "Déjà vu", pues volvemos a cimentar nuestro
crecimiento en el repunte del sector de la construcción y aceptando que será el
motor de la recuperación económica y social, pero olvidando todos los problemas
que causó la famosa burbuja inmobiliaria y crediticia, en la que se vio
envuelto el sector.
El crecimiento será una magnífica noticia en el momento que seamos capaces de asegurar que es construcción productiva, es decir aquella que se realiza para cubrir necesidades reales de infraestructuras o de demanda de mercado, y no una construcción especulativa, cuyo único fin es el lucro y la ganancia rápida de determinados individuos que, en muchos casos, nunca han tenido ninguna relación con el sector y lo que único que consiguen es dar mala fama al mismo.
Podemos diferenciar dos subsectores, el vivienda o privado y el de obra pública. Si el crecimiento de la construcción en el sector privado no está basado en la construcción de vivienda nueva y sí en un cambio de modelo como son los trabajos de rehabilitación, entendiendo la rehabilitación no solo como un cambio de cocina o tejado, sino como actuaciones integrales de barrios enteros. Entonces podremos decir que hemos evolucionado hacia un modelo productivo y no especulativo, donde prima la optimización de recursos y la conservación del medio ambiente. Finalmente no debemos olvidar que en la mayoría de los países del mundo la financiación inmobiliaria no es financiación bancaria y ahí hay un paso que el sector inmobiliario español se verá obligado a dar, puesto que el riesgo que se asume en la rehabilitación es inferior que en la promoción de obra nueva, en la que actualmente existe sobreoferta en el mercado.
Toda inversión pública en infraestructuras debería tener como objetivo último el incremento del bienestar, sin olvidar que estas inversiones deben repercutir en la sociedad desde la primera piedra, por medio contratación de personal y el efecto tractor de las diferentes empresas subsidiarias. No obstante, en muchos casos, debido al afán empresarial y el "mirar para otro lado" del sector público, la sociedad solo recibe el beneficio en el momento que se finalizan las obras, en el mejor de los casos, ya que una construcción productiva se acaba transformando en especulativa, intentando maximizar el beneficio empresarial, contratando personal extranjero o empeorando calidades de los materiales, en lugar de buscar la maximización del beneficio social.
De toda la vida Ourense ha sido una provincia donde el sector de la construcción ha constituido uno de los pilares básicos y fundamentales de nuestra economía, y no seré yo quien diga que la disminución de la tasa de desempleados y el incremento de la actividad empresarial en la provincia es una mala noticia. No obstante, hay que mirar con detenimiento la calidad del empleo creado y el retorno real, pues igual no todo es tan bonito como parece y se hace necesario reflexionar sobre errores que hemos cometido en el pasado para no volver a tropezar en el mismo ladrillo.
El crecimiento será una magnífica noticia en el momento que seamos capaces de asegurar que es construcción productiva, es decir aquella que se realiza para cubrir necesidades reales de infraestructuras o de demanda de mercado, y no una construcción especulativa, cuyo único fin es el lucro y la ganancia rápida de determinados individuos que, en muchos casos, nunca han tenido ninguna relación con el sector y lo que único que consiguen es dar mala fama al mismo.
Podemos diferenciar dos subsectores, el vivienda o privado y el de obra pública. Si el crecimiento de la construcción en el sector privado no está basado en la construcción de vivienda nueva y sí en un cambio de modelo como son los trabajos de rehabilitación, entendiendo la rehabilitación no solo como un cambio de cocina o tejado, sino como actuaciones integrales de barrios enteros. Entonces podremos decir que hemos evolucionado hacia un modelo productivo y no especulativo, donde prima la optimización de recursos y la conservación del medio ambiente. Finalmente no debemos olvidar que en la mayoría de los países del mundo la financiación inmobiliaria no es financiación bancaria y ahí hay un paso que el sector inmobiliario español se verá obligado a dar, puesto que el riesgo que se asume en la rehabilitación es inferior que en la promoción de obra nueva, en la que actualmente existe sobreoferta en el mercado.
Toda inversión pública en infraestructuras debería tener como objetivo último el incremento del bienestar, sin olvidar que estas inversiones deben repercutir en la sociedad desde la primera piedra, por medio contratación de personal y el efecto tractor de las diferentes empresas subsidiarias. No obstante, en muchos casos, debido al afán empresarial y el "mirar para otro lado" del sector público, la sociedad solo recibe el beneficio en el momento que se finalizan las obras, en el mejor de los casos, ya que una construcción productiva se acaba transformando en especulativa, intentando maximizar el beneficio empresarial, contratando personal extranjero o empeorando calidades de los materiales, en lugar de buscar la maximización del beneficio social.
De toda la vida Ourense ha sido una provincia donde el sector de la construcción ha constituido uno de los pilares básicos y fundamentales de nuestra economía, y no seré yo quien diga que la disminución de la tasa de desempleados y el incremento de la actividad empresarial en la provincia es una mala noticia. No obstante, hay que mirar con detenimiento la calidad del empleo creado y el retorno real, pues igual no todo es tan bonito como parece y se hace necesario reflexionar sobre errores que hemos cometido en el pasado para no volver a tropezar en el mismo ladrillo.
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