Tras la presentación del último
informe de supervisión sobre la distribución de carburantes en estaciones de
servicio de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), se
pone de manifiesto algo que las personas que viajamos habitualmente en coche fuera
de Galicia, ya nos habíamos dado cuenta: el gasóleo en las cuatro provincias
gallegas es el más caro de toda la península destacando sobre manera (en la
actualidad el litro de gasóleo llega a ser 20 céntimos más caro en Ourense que
en Portugal).
El precio del litro de
gasolina o gasóleo tan solo depende en un 42 % del precio de cotización del
famoso barril de petróleo Brent, recordemos que son cotizaciones en mercados de
futuros, es decir, el precio que nos informan hoy los diferentes medios de comunicación
no es aplicable hasta dentro de unos meses. Pero casualidades de la vida, al día
siguiente las grandes petroleras nos repercuten los cambios de precio en las
gasolineras, eso sí, siempre que el
precio suba, puesto que si es una bajada en la cotización suelen olvidarse
durante semanas. El otro 58% del precio de las gasolinas son Impuestos
indirectos y costes fijos, a lo cual Competencia nos puntualiza, en su informe,
que los precios finales son «comparativamente más bajos» porque la carga
impositiva en España es inferior a la Eurozona; sin embargo, Competencia no puntualiza que el salario bruto de España es
ciertamente inferior que la media de la Unión Europea. Por lo tanto, el esfuerzo que supone para los españoles es
claramente superior al de otros habitantes de la Unión.
Ahora toca reflexionar sobre
como la comunidad, con la séptima menor renta per cápita, tiene los precios más
elevados en la venta de gasolinas. Recordemos que a finales del año pasado se
nos anunció una subida de varios céntimos por litro de combustible, para poder
tener mejor sanidad en Galicia. Sin embargo, cuando el Tribunal
de Justicia de la Unión Europea declaró ilegal el céntimo
sanitario en Galicia la gasolina no bajó de precio.
Al final, nosotros,
conductores gallegos, seguimos con el mismo sistema sanitario, pero debemos
asumir un coste muy superior al resto de habitantes peninsulares, lo cual
supone una clara desventaja competitiva frente a nuestros competidores. Aunque
sinceramente, que la gasolina y el gasóleo estén a precio de oro, no sé si es
culpa de los legisladores o de las grandes compañías petroleras; lo que tengo
claro, es que cada día tiene mayor repercusión en la economía de nuestra
Comunidad y nadie pone ningún tipo de mecanismo, real y no utópico, para hacer
frente a esta situación.
Luis H-Cachalvite Manzano
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